martes, 19 de junio de 2018

El gas de la discordia


El territorio manzanillero recibe, en días alternos, entre 300 y 400 "balitas"  de gas 


Por: Roberto Mesa Matos
Manzanillo.- Dolores de cabeza, así resume su historia con la venta de gas licuado en este costero municipio de la oriental provincia cubana de Granma, Fernando Santana Sutil, residente en calle Calixto García entre José Miguel Gómez y Merchán.

Fernando manifiesta que desde que se implementó la comercialización liberada de ese combustible es una odisea adquirirlo en el punto ubicado en la avenida Primero de Mayo, de la ciudad del Golfo.

“Ay mijo esto es hasta de madrugada, y cuando te toca dicen ya se acabó y a uno se le agota la paciencia en este trajín. Doscientos balones aquí no dan la cuenta, es un martirio: las colas son una dificultad, todo el mundo quiere comprar primero, y si te sacan la lista que elabora no sé quién desde la madrugada es pa´ volverse loco.”
 
José Guerrero Maceo y Luis Pérez coinciden en que no es fácil bajar y subir lomas con una balita de gas en los hombros, y se preguntan cuándo abrirán el anunciado punto de venta del reparto Caymari, donde ellos residen.

José califica de irrespeto las colas para comprar las "balitas"
El primero nos comenta que muchas veces ha visto cómo los primeros en la cola “cuelan” por una buena suma de dinero, y es la mayor falta de respeto.
“Esto nadie lo organiza, y a río revuelto, ganancia de pescadores, lo que sucede es que los pescadores son personas inescrupulosas que lucran con el sudor ajeno.”

Mientras Luis solo expresó: “Compay, aquí hay que estar para vivir esto, es desagradable por completo: los clientes al sol, a la lluvia y expuestos también al sereno porque cuando se concibieron esos puntos de venta, nadie pensó en los clientes.”

“Tengo criterios a favor y en contra, nos dijo al ser interpelado  Alfredo Iznaga Chávez, quien se ha pasado hasta siete horas en una cola para comprar el gas licuado.

“Además la balita de gas está bastante cara todavía a 110 pesos para un salario promedio nuestro y más a mí que soy jubilado. Debía trazarse una estrategia para que se mantenga estable el suministro de gas, o que al menos que no se extiendan tantos los períodos de carencia en los puntos.”

Desde que se aprobó la venta liberada de gas licuado, la idea se acogió con beneplácito en la ciudad del Golfo y los contratos para adquirir ese combustible  crecieron notablemente hasta contabilizarse hoy casi 22 mil clientes, los que se atienden en cuatro puntos de venta.

Los especialistas proyectan la apertura de dos: uno en la calle General Benítez y el otro en el Reparto Caymari, pero la materialización de ambos está lejos  para insatisfacción de los clientes.
 

Armando Soler Otero, jefe de la casa comercializadora de Cupet en la costera localidad expone que hasta diciembre de 2017 entraban tres rastras con balitas de gas y ahora solo lo hace una procedente de Santiago de Cuba para toda la provincia de Granma.

“El territorio de Manzanillo recibe un día sí y otro no, entre 300 y 400 “balitas” de gas pero es insuficiente. Mira, ayer en este mismo punto de la “Primero de Mayo” entraron 130 a las diez de la mañana y a las siete de la noche ya no había combustible. 

Soler Otero pone el dedo en la llaga de la desorganización y las indisciplinas en las colas, tema que escapa a su control.

“La propia población debe colaborar, porque como has visto, este es una instalación donde solo trabajan dos personas y están para controlar los papeles, proteger el efectivo y despachar.

“La brigada de respuesta rápida está garantizada y tenemos permanente con los miembros de la Policía Nacional Revolucionaria, pero son los clientes los primeros que tienen que colaborar con la disciplina.”

La venta liberada de gas licuado en el municipio de Manzanillo llegó para solucionar múltiples dificultades con la cocción de los alimentos en casa.

En el presente, la tarea tiene implícita las dificultades con el abastecimiento hacia Granma, pero también la desorganización, el descontrol y la poca exigencia que mellan el eficaz desarrollo de una misión en la que el pueblo es el principal beneficiado.



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