El territorio manzanillero recibe, en días alternos, entre 300 y 400 "balitas" de gas |
Por: Roberto Mesa Matos
Manzanillo.- Dolores de cabeza, así resume su historia
con la venta de gas licuado en este costero municipio de la oriental provincia
cubana de Granma, Fernando Santana Sutil, residente en calle Calixto García
entre José Miguel Gómez y Merchán.
Fernando manifiesta que desde que se implementó la
comercialización liberada de ese combustible es una odisea adquirirlo en el
punto ubicado en la avenida Primero de Mayo, de la ciudad del Golfo.
“Ay mijo esto es hasta de madrugada, y cuando te toca
dicen ya se acabó y a uno se le agota la paciencia en este trajín. Doscientos
balones aquí no dan la cuenta, es un martirio: las colas son una dificultad,
todo el mundo quiere comprar primero, y si te sacan la lista que elabora no sé
quién desde la madrugada es pa´ volverse loco.”
José Guerrero Maceo y Luis Pérez coinciden en que no es
fácil bajar y subir lomas con una balita de gas en los hombros, y se preguntan
cuándo abrirán el anunciado punto de venta del reparto Caymari, donde ellos
residen.
José califica de irrespeto las colas para comprar las "balitas" |
El primero nos comenta que muchas veces ha visto cómo los
primeros en la cola “cuelan” por una buena suma de dinero, y es la mayor falta
de respeto.
“Esto nadie lo organiza, y a río revuelto, ganancia de
pescadores, lo que sucede es que los pescadores son personas inescrupulosas que
lucran con el sudor ajeno.”
Mientras Luis solo expresó: “Compay, aquí hay que estar
para vivir esto, es desagradable por completo: los clientes al sol, a la lluvia
y expuestos también al sereno porque cuando se concibieron esos puntos de
venta, nadie pensó en los clientes.”
“Tengo criterios a favor y en contra, nos dijo al ser
interpelado Alfredo Iznaga Chávez, quien
se ha pasado hasta siete horas en una cola para comprar el gas licuado.
“Además la balita de gas está bastante cara todavía a 110
pesos para un salario promedio nuestro y más a mí que soy jubilado. Debía
trazarse una estrategia para que se mantenga estable el suministro de gas, o
que al menos que no se extiendan tantos los períodos de carencia en los
puntos.”
Desde que se aprobó la venta liberada de gas licuado, la
idea se acogió con beneplácito en la ciudad del Golfo y los contratos para
adquirir ese combustible crecieron notablemente
hasta contabilizarse hoy casi 22 mil clientes, los que se atienden en cuatro
puntos de venta.
Los especialistas proyectan la apertura de dos: uno en la
calle General Benítez y el otro en el Reparto Caymari, pero la materialización
de ambos está lejos para insatisfacción
de los clientes.
Armando Soler Otero, jefe de la casa comercializadora de
Cupet en la costera localidad expone que hasta diciembre de 2017 entraban tres
rastras con balitas de gas y ahora solo lo hace una procedente de Santiago de
Cuba para toda la provincia de Granma.
“El territorio de Manzanillo recibe un día sí y otro no,
entre 300 y 400 “balitas” de gas pero es insuficiente. Mira, ayer en este mismo
punto de la “Primero de Mayo” entraron 130 a las diez de la mañana y a las
siete de la noche ya no había combustible.
Soler Otero pone el dedo en la llaga de la
desorganización y las indisciplinas en las colas, tema que escapa a su control.
“La propia población debe colaborar, porque como has
visto, este es una instalación donde solo trabajan dos personas y están para
controlar los papeles, proteger el efectivo y despachar.
“La brigada de respuesta rápida está garantizada y
tenemos permanente con los miembros de la Policía Nacional Revolucionaria, pero
son los clientes los primeros que tienen que colaborar con la disciplina.”
La venta liberada de gas licuado en el municipio de
Manzanillo llegó para solucionar múltiples dificultades con la cocción de los
alimentos en casa.
En el presente, la tarea tiene implícita las dificultades
con el abastecimiento hacia Granma, pero también la desorganización, el
descontrol y la poca exigencia que mellan el eficaz desarrollo de una misión en
la que el pueblo es el principal beneficiado.
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